Para otras culturas orientales, como la de la India y otras, los sueños siempre han sido mirados, como herramientas para perfeccionar el alma.
En algunas partes de Europa, como Transilvania, se cuidaba de mantener cerrada la boca de los niños dormidos para que el alma, que tiene algo de pájaro, no pueda salir del cuerpo de la criatura.

A finales del siglo XVIII, los sueños habían perdido la importancia que tuvieron a través de los siglos y se les tomaba como producto de la ansiedad o simple indigestión, por lo tanto, no se les daba significado alguno.
Más tarde, en siglo XIX, Sigmund Freud revivió la importancia de los sueños.
Freud llegó más lejos al ordenar los sueños en una especie de Catálogo de Símbolos, para demostrar que todas las emociones y pasiones reprimidas
Jung no compartía el criterio de Freud, pensaba que los sueños servían a la psique de compensación, una forma de transmitir a la conciencia reacciones e impulsos espontáneos del inconsciente.